El Tao y los cinco movimientos del Chi
Cercar el mundo encerrando la libertad del Tao que fluye en nosotros, bloquea a un hígado que siempre necesita expandirse con la primavera. Su fuerza, que es la causa del nacer de la belleza por doquier, se convierte en una presión que nos hiere. La pasión del día es un fuego que más nos consume y desespera, convirtiendo la reflexión y la creación talentosa, en obsesión y manía. No quedando lugar para suspiros de bella nostalgia, las noches arderán. El hombre, que emana de la eternidad dichosa que siempre ha sido y fue embebido del instinto para perdurar cuidándola, se consume en las llamas de la resistencia frustrada del "yo".
Vemos en estos dos últimos párrafos, dos ejemplos de la armonía y desequilibrio de los cinco movimientos de la Unidad, en la vida de un ser humano.